
Quizás el ver sus fotos, el contar al Nano aventuras y desventuras vividas allí, ha hecho que volviera a sentir su brisa, ver el color de su mar, notar la sensación al pisar su arena, relamerme al pensar en sus buchitos de RonMiel, las papas con mojo... el sol que deja un moreno distinto, su luna, las isas y folias de fondo.
Fueron unas cuantas las noches que pase allí, las recuerdo perfectamente todas ellas y hasta la mas dramática de todas, me hace esbozar una sonrisa. ¿Como puede una ser una chica mala y no arrepentirse de ello? Teri, Chicho, Paco la Mosca, Pepe, Tavi, Conchi, Ara, Felo, Juan Carlos, Jose Alberto y claro esta Jaime pueden dar fe de ello, cada uno en su momento... algunos juntos, eramos un grupo variado y bien avenido... en ocasiones.
Esa gira de teatro... solo me faltaste tu Teri, contigo hubiera sido genial del todo y aquella noche en que me tome la justicia por mi mano... y como suele suceder casi siempre, el castigo al culpable, que realmente lo era, hizo daño a otros que no lo eran, hubiera acabado de otro modo, no se si mejor, pero si distinto. Hoy, solo se me ocurre pedir disculpas, era joven, decidida y no pensé en el daño que podía hacer. Eso si... creo que lo volvería hacer, supongo que porque no aprendo de mis errores, o si lo hago... es en frío.
Con Teri pase el mejor verano de mi vida, todavía sin cumplir los 16. Y dos semanas de ese verano fueron ahí, en Lanzarote... genial, inolvidable, perfectas... días de madrugar poco, playa, comida, mas playa, cena... otra vez playa. Viviendo la playa como la viven los Canarios... a todas horas y de todas las maneras posibles. Las dos primeras noches nos dedicamos a charlar sentadas en un pequeño bar cerca del Charco de San Gines... lo llaman Charco porque por la noche baja la marea y a primera hora de la mañana no hace falta tener caña para pescar, allí están los pobres peces sin agua, atrapados, eso si, se vuelve a llenar y así un día y otro. Luego ya, nos atrevimos a llegar hasta la Avenida... no recuerdo su nombre, pero si las noches que pasamos en ella, las risas cuando nos escapábamos despacito, tacones en mano a eso de la una de la mañana, para que tus padres no nos oyeran... y la hora de regresar... Diooosssss... que difícil era aguantar las risas, evitar los golpes con los juguetes de Claudio, o mantener la compostura cuando oíamos a tu padre toser. Alguna vez te confeso que sabia perfectamente que nos escapábamos??? Y esa mañana intentando buscar excusas para las manchas de alquitrán en mi minifalda y tu camiseta... mi madre sigue preguntándome de vez en cuando que me paso para manchar de aquella forma la pobre minifalda, cuando sale el tema de manchas imborrables. Eso si, a día de hoy, yo sigo manteniendo mi versión de los hechos.
Aquel verano aprendimos a jugar a "La Tacha", y a la botella, aprendimos a tomar buchitos del tirón, a besar, a inventar escusas para las salidas a las diez y media, a saltarnos las normas, a disimular el sueño, las prisas, las ganas... Aquel verano nos hicimos mujeres... o casi.
Teníamos que estudiar y aprendimos de todo menos aquello de lo que había que examinarse en Septiembre.
No era literatura, pero si poesía cuando cantábamos por Sabina, Aute o Silvio en la arena... ecuaciones no eran, no... pero nos salían las cuentas cuando se trataba de ganar horas, minutos, segundos al toque de queda. Algo de ingles hablamos... aunque fuese por muecas, nos hicimos entender y eso tiene que contar. Física y química... bueno química, quizás no, pero física... física si. Historia... pues pusimos nuestros granitos de arena... en la arena, para hacer historia, la nuestra, la de nuestra gente. Si Historia si.
Nuestra primera borrachera, nuestros primeros pives, nuestros primeros "guiros", aquellas despedidas llenas de besos, abrazos, llantos... hoy no recuerdo siquiera sus nombres, pero que dramáticas fuimos... no puedo evitar reírme, parecíamos dos Scarlett O'hara... venga a llorar y a llorar. Y tus padres hartos de tanta historia en aquel aeropuerto pequeñito, simple, blanco y negro, en el que había que llevarse las mochilas hasta el avión caminando y uno mismo, sin carrito. Aquel grupo de chicos gritando y las azafatas y el piloto mirándolos, mirándonos, y nosotras dos cuales extras de la Casa de la Pradera... gimoteando mientras caminábamos mirando en el sentido contrario al Fokker, que largo se nos hizo la vuelta, ni aquel zumo asqueroso de naranja y a bolsita de manises (cacahuetes) que servia Iberia en los vuelos entre islas hizo que sonriéramos. Aunque nos duro poco la pena... llegamos a Las Palmas y nos reencontramos con Paco el Torero, Luis, Pedro, Jorge, José Carlos, Pepe... en fin, la Gente de la Esquina y les contamos lo que quisimos contar de aquel verano que empezó en Alicante, siguió en Madrid, para pasar por Avila, volver a Alicante y finalizar en Lanzarote.
Grande aquel verano y lo mejor de todo... APROBAMOS LAS DOS.
Bueno, eso no fue lo mejor de todo, lo mejor de todo nos lo guardamos para nosotras.