Llevaba unos días queriendo sentarme a escribir, pero no encontraba el momento o cuando lo hacia prefería usarlo para intentar descansar. Cierto es que desde el día cuatro de septiembre no he dejado de usar lo que una vez el Za describió como "La Noria".
Se refería a cuando no paro de darle vueltas y vueltas a las mismas cosas, buscando soluciones, pensando en lo que puede pasar y como arreglarlo, superarlo, asumirlo, evitarlo. Cuando entro en modo noria, admito y pido disculpas por ello, no logro centrarme, ni ver el lado positivo, me vuelvo huraña y protestona, egoísta y ácida de mas, cabezona e insociable, pero también estoy mas vulnerable, mas sensible y suelo pedir a gritos unos mimos que luego no dejo me den.
Lo se, no es lógico, pero es así. Jamas presumí de ser normal.
Si a lo que me preocupa sobremanera, le añades muchísimo cansancio y el karma, suerte, destino o como coño lo queramos llamar, es lógico que de lo único que tenga ganas es de rendirme. De admitir que hay pocas cosas que me salgan bien últimamente y que por poco o mucho que yo ponga de mi parte, no hay manera de tener un día tranquilo, bueno, un día sin sobresaltos o decepciones.
Veasen mis dos últimos días libres. Uno en el hospital con la operación de Alba, el siguiente no iba a ser ni siquiera mi ansiado día libre.
A eso de las siete y cuarto de la mañana, con mi uniforme puesto y de camino al trabajo, mi coche decide empezar a dar tirones. Ni acelerando muuuuchoooo como me dijo Juande, ni parando y volviendo a arrancar, ni pidiéndole encarecidamente que dejase de hacerlo, ni siquiera parando el aire acondicionado, quitando la radio y apretando mucho el volante quiso empezar a comportarse. Y mira que eso ultimo es como lo de apagar y encender el ordenador, en ocasiones funciona. Sobre todo lo de apretar el volante.
El había decidido titubear tal cual hacia yo últimamente y no había manera humana o mecánica de hacerle cambiar de opinión. Solución? Dejar la autovía, apartarme de la jauría automovilística que circula a esas horas infrahumanas casi todas guiadas por humanos medio dormidos y cabreados por las horas a las que tienen que empezar a funcionar. Así que en el primer desvío salí rauda y veloz.... bueno, ni rauda ni veloz, mas bien acojonada, cabreada e intentando centrarme con los pasos a seguir.
Primero mandar "guasap" a los compis avisando del incidente, llamar al seguro para que mandasen una grúa, otro a Juande para que esperase el coche en su taller, otro a Alba para que me dejase el suyo, otro a Loli para que me sacase de ese estado "precario" en el que me encontraba y sin ni siquiera un triste café.
Mis compis avisados y mi día libre adjudicado así... sin mas. Juande esperando al enfermo. Alba dispuesta a dejarme su coche y Loli despertada y en camino a Dios sabia donde, porque yo era incapaz de recordar la salida por la que llegue a ese descampado, con una fabrica deshabitada, abandonada vaya usted a saber cuantos años atrás y unos invernaderos tétricos con montones de escombros.
Allí estaba yo, con mi minifalda azul y la camiseta de un discreto naranja butano... a las siete y poco de la mañana. Mas parecía una pilingui avenida a menos que alguien de camino al trabajo. Eso debió pensar el señor de la grúa que me miraba como si las explicaciones de que trabajo en un centro de buceo le supieran a poco y mas falsas que el alma de Judas. Pero el buen hombre se ofreció a acompañarme hasta que vinieran por mi, cosa que Loli consiguió después de pasarse la salida, llamarme y que el de la grúa le indicase la correcta.
Bueno.... el coche de camino a Molina, yo en casa para cambiarme de ropa y dando tiempo a Loli para recogerme y llevarme a Murcia donde Alba me dejaba su coche y yo volvía a casa para tratar de descansar. Pues no... Alba me tenia preparada una sorpresa, llevaba sin sentir el brazo del pecho que le operaron desde el sábado por la tarde. Se le dormía y sentía mucha presión y dolor en el dedo gordo. Estábamos a lunes!!! Mi hija es una irresponsable, una loca y yo tenia que hacer algo, aunque lo único que podía hacer era mirarla y pensar en cualquier cosa, todas malas...
Mi noria se puso en modo imparable.... Trombo, esto es una trombosis.... así que sin dudarlo, puse el coche en dirección al Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca (después de muchísimos años, ese día aprendí, por fin el nombre correcto del jodido hospital). Cinco horas y media estuvimos allí. Al principio histérica, luego cansada, otra vez histérica, para pasar a cabreada, mas histerismo, muy cabreada, tanto que lo pague con el tercer doctor que le volvió a preguntar lo mismo, sin levantar la cabeza del teclado para mirarnos o darnos alguna pista de lo que estaba pasando.
Entre todos esos estados de animo, también hubo risas nerviosas, cafés imbebibles, guasap rápidos, mas risas, secretos y cotilleos, cigarros a escondidas que los guardias de seguridad fingían no ver ni oler.
El resultado... parece que puede ser que se le hayan tocado un nervio durante la operación... o quizás sea estrés postoperatorio.... te has quedado dormida toda la noche sobre ese brazo?... estas esperando un resultado??? El de la bonoloto quise gritarle a esa doctora insípida, mientras le pegaba un tortazo con la mano abierta. En cambio me limite a sonreír y preguntar: Y que debemos hacer en caso de que se haya tocado el nervio, lo mismo que si es estrés?
Su respuesta fue elocuente y concisa. Si sigue con los síntomas en tres días, que vaya a su medico de cabecera.
Para reír o llorar., quizás la idea de cargarme a media plantilla con un bazooka no era del todo descabellada... como único consuelo me lleve la certeza de que la trombosis estaba descartada, su tensión era normal, su analítica fabulosa y sus latidos constantes. Ademas de su paciencia y su humor.
Así pase mi segundo día libre del mes de Septiembre. Hoy a cuatro días de que nos den los resultados pienso que si fuese malo ya habrían avisado, pero.... la noria sigue dando vueltas una y otra vez, como si no hubiera final y yo estoy cansada, aunque ayer librase y durmiese y estuviese tirada en el sillón bajo el ventilador, pese a dormir una siesta larguísima y no salir de casa mas que para ir a por tres cosas al super sigo cansada y aterrada, supongo que la noria ha decidido llenar los vagones de miedos, nervios, dudas, pánico, malas caras ...
Hoy de vuelta al trabajo me encuentro la oficina patas arriba, nueve cursos de médicos llegados de Castilla-La Mancha que al contacto con el agua se convierten en Gremlins y se multiplican, se vuelven ruidosos y gustan de gastarse bromas que les hacen ser mas ruidosos, mas rápidos... y por si fuera poco toca preparar los 32 cursos de los alumnos Británicos que llegan mañana. Que digo mañana, en unas horas. Adolescentes de viaje de fin de curso que pasaran diez días disfrutando de Cabo de Palos y el buceo. Obviamente me acuerdo de como son los ingleses que han pasado este verano por allí y aunque lo intento no puedo dejar de acordarme de los Hijos de la Gran Bretaña y su particular manía de no intentar siquiera entender el español, aunque disfruten como posesos de nuestro sol, nuestro jamón y el grandioso Tinto de Verano entre otras cosas. Y también recuerdo mi ingles. ¿se le puede llamar ingles? Bueno, esa cosa con la que logro hacerme entender respecto a las horas, precios y documentos necesarios, aparte del Oki Doki y el See you later, que ya domino casi tan bien como la acidez.
Eso si... supongo que los Gremlins y los Hijos de la Gran Bretaña me tendrán la noria ocupada de aquí al martes... aunque solo sean unos cuantos vagones. Seguro que dejaran aventuras y desventuras que contaros.