
Hoy toca cuento:
Casi todas las niñas sueñan con ser princesas, con vivir en un castillo y encontrar a su príncipe azul, todo esto bajo la protección de hadas encantadoras, risueñas y bellisimas.
Pues nuestra niña no variaba mucho de las demás, lo de ser princesa no le iba mucho, siempre fue rebelde y le gustaba muchísimo mas jugar con barro y corretear en bici, y si el castillo no estaba cerca del mar, prefería una choza, pero sabia que no podía vivir sin oír y sentir el mar, el príncipe le daba igual que fuera azul, verde, rojo o morado, pero si, quería su príncipe y sus hadas.
Con el paso del tiempo nuestra niña se hizo mayor y durante mucho tiempo fue feliz, es mas, se sentía una princesa con su príncipe azul, o por lo menos ese era el color de su uniforme. Vivía cerca del mar y lo de las hadas... pues si, también hubo algún hada por ahí suelta, revoloteando durante muchos años.
Pero la vida da muchas vueltas y el príncipe se marcho con otra reina, el hada perdió su magia por culpa de un beso, puede que de una sirena, o una ninfa... vaya usted a saber.
Nuestra niña ya no se sentía una princesa, estaba triste, ni siquiera el mar la hacia sonreír. Fue entonces cuando descubrió a sus Brujas Madrinas.
Si, no eran Hadas, eran tres brujas, cada una completamente distinta a las otras, con sus genios, sus modos, sus formas, sus enfados, sus risas, sus prisas... pero todas ellas increíbles.
Todas ellas encantadoras, bellisimas y con un corazón que ya quisieran muchas hadas.
No perdían el tiempo en decirle lo equivocada que estaba, lo cabezota que era o lo mal que lo estaba haciendo, pero cuando nuestra niña estaba mal, cuando las necesitaba, ya fuese juntas o por separado ahí estaban dispuestas lo mismo a darle un abrazo que un pescozón.
Daba gusto verlas llegar volando en sus escobas con turbo y airbag, dispuestas a sacarle una sonrisa costara lo que costara. Cierto es que como Brujas que eran siempre tenían algún hechizo o pócima espumosa que les hacia mucho mas fácil el trabajo. Y que la niña cabeñonica ella, muchas veces les hacia rabiar y enfadarse, porque como toda niña, esta era cabezona, desobediente y caprichosa.
En esos casos siempre predispuestas con gorros y varitas, variados en gustos, como ellas, sacaban genio y amor a capazos y conseguían que los problemas desaparecieran o se volvieran mucho mas pequeños, que la tristeza fuera menos y las alegrías mucho mas dulces.
Desde entonces nuestra niña defiende a capa y espada, túnica y escoba algo que para ella no tiene discursion.
Donde este una Bruja con gracia, que se quiten todas las hadas que sin sus polvos no son nadie.
Yo tengo tres, da igual si con rizos, rubia o morena. Si vienen solas o en grupo.
Son mis Tres Brujas Madrinas.
Otro dia os hablo de mis Trasgos... ahora me voy a utilizar mi "chingurri"
1 comentario:
Me ha encantado...aunque pensaba q era única jejejej. Siempre estare
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