
Y ahí es donde quería yo llegar. Hace muchísimo que no escribía nada y tengo que admitir que ha sido por puro cansancio, cuando llegaba a casa no tenia ganas nada mas que de ducha y cama. Si, demasiado tiempo, desde Junio, parece que es imposible que no hubiera cosas sobre las que escribir y es cierto, hay mucho sobre lo que hablar pero por unas cosas u otras no lo he hecho.
Tengo pendiente un post super especial sobre mi viaje a Bolonia, o el porque y el como de este final de temporada, también como no sobre el verano de cámara... en fin, muchas cosas, pero vamos a lo que vamos. Hoy escribo sobre el racaneo llevado a grados superlativos, o lo que es lo mismo ir de Feria bajo mínimos... que digo... los sobrepasamos, los superamos con creces.
Nos vamos pa Madrid con un puñado de tripticos del año la polca, unas veinte pegatinas y tarjetas mondas y lirondas, no muchas, cierto es que ni con las tarjetas tiramos la casa por la ventana. Ese era nuestro equipaje en común. Por separado yo me encargue de meter en mi bolsa, no muy grande ya que íbamos para dos días y medio y de trabajo, no de fiesta. En mi bolsa obviamente no faltaba la de aseo, con desodorante, gel, champú, cepillo de dientes y pasta, agua miscelar... pa no dejar la almohada llena de manchas negras cual oso panda... pijama, que aunque no duerma con el, esta bien llevar, ya sabéis eso que dicen las madres de que hay que ir con bragas limpias y un pijama por si pasa algo... pues yo obediente me lleve el pijama, mas que nada porque llevaba una semana cabreada, muy cabreada ya que por dejadez y racaneria del Jefe y no saber estar a la altura de las circunstancias del inepto de un anormal cliente y colaborador del centro que se supone lleva una agencia de viajes, sabia que me iba a tocar dormir en la misma habitación que la del Jefe. Camas separadas juraron y perjuraron ambos dos. Yo no las tenia todas conmigo, supongo que por mi maldad innata o porque vaya usted a saber una esta acostumbrada cuando trata con estos seres de inframundo a supervisar lo hecho o en el caso de no poder hacerlo, ir prevenida por lo que pudiera pasar.
Y así fue, después de un viaje que ya empezó mal, porque me vinieron a recoger un cuarto de hora después del horario previsto y porque en la parada que hicimos sobre las doce en vez de un maravilloso bocata véase de tortilla de papas o de lomo a la plancha nos limitamos a un cortado que sabia a miseria y desesperación, pues no contentos con eso, tuvimos que aguantar una parada de mas de hora y media debido a un accidente en el que estaban involucrados tres camiones y un coche.
Llegamos tarde a la Feria... los últimos para mas señas. Comimos un bocadillo ahora si de tortilla, pero fría y seca como la muerte a eso de las cuatro y media, ya con tanta hambre que me hubiera comido cualquier cosa. Pero aguantamos bien el tirón y sonreímos todo lo que pudimos y mas a todos los compañeros que llevaban allí desde las once, incluido a el, al que no hace ni medio año era bandera y abanderado del Centro. Un saludo tenso, escueto en palabras y muestras de cariño, lo justico pa salir del paso y vuelta a sonreír. A eso de las nueve decidieron darnos el visto bueno para salir pitando, enchufa el GPS y tira pal hotel, que hasta ese momento yo creía un NH, nada mas lejos de la realidad.
Por supuesto las camas estaban juntas, totalmente pegadas y el Jefe se había olvidado su pijama, su cepillo de dientes y vete a saber que mas y no se atrevió a decirme. El final del viernes fue desastroso, descubrí que ya no estoy acostumbrada a ronquidos, a dormir vestida, a no poder levantarme a las cuatro de la mañana y decidir que ademas de tener ganas de hacer pis, me apetece tomarme un zumo y mirar por la ventana o ponerme una peli para dormirme. Básicamente me gusta tener toda la cama para mi sola, toda la habitación... joder que bonito y gratificante es poder hacer lo que te da la gana sin temor a molestar a nadie.
El sábado mejoro muchísimo, primero porque a las siete y media ya estaba duchada, vestida y lista para bajar a desayunar y aunque el había quedado a las nueve, desayunamos a las ocho como campeones y llegamos a nuestra hora a la Feria y sobre todo porque pasamos una velada maravillosamente divertida junto a Gigi y Alex en un restaurante muy típico del Barrio de la Latina, sin lugar a dudas lo mejor del finde la compañía del sábado.
Gigi hace que las Ferias aburridas y destroza piernas sean geniales solo por el ratito que pasamos juntos.
No hicimos la cucharita, pero si me hubiesen dejado le saco los ojos y para firmar como Murciana de adopción le rocío dentro limón a unos cuantos de ese finde.
El año que viene o lo preparo yo ... o la cucharita yo sola pero
...con chocolate pijoooo.
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