Hoy 4 de Febrero, día Mundial contra el Cáncer, no puedo ni quiero dejar de hablar de ello. No todo van a ser bromas y anécdotas divertidas.
Como ya sabéis no me gusta Febrero. Para mi este mes viene cargado de dolor, recuerdos que me hacen tener pesadillas y ratos de lagrimas a escondidas. Tenia que ser también este segundo mes del año el elegido para destinar uno de sus días al maldito cáncer.
Según la RAE, la definición para esta terrible enfermedad es la siguiente :
" Enfermedad que se caracteriza por la transformación de las células, que proliferan de manera anormal e incontrolada "
En ningún momento dice que en el mismo instante que se lo diagnostican.... que digo diagnosticar, tan solo con la posibilidad de que puedan diagnosticarlo, la vida del enfermo y todos los que le rodean cambia por completo.
Por suerte y desgracia, si digo bien, por suerte porque de momento solo he tenido que sufrir por la posibilidad de que Alba lo tuviera (no me cansare de dar gracias a Dios, al universo, a la medicina, al mismísimo diablo de que el resultado fuera negativo) y vivir muy de cerca uno que afortunadamente y a pesar de resultar maligno, se soluciono. Y por desgracia porque aunque se soluciono, fueron dos años de batallas diarias y otro de ellos acabo con la vida de una grande mujer, madre de una gran amiga.
El paciente y quien no es el paciente en este caso pasamos por varias fases, el terror a lo desconocido, a lo conocido. Jodido problema porque a medida que te vas enterando entre llantos, pasillos y consultas frías es si cabe mas digno de temblar, de pesadillas y miedos, estos ya con una base fundada. Los oncologos, unos malos y sin la piedad que requiere este tema, otros simplemente correctos y otros buenísimos, con una paciencia a capazos, una sonrisa siempre llena de esperanza, dan datos, respondes dudas, aconsejan tratamientos y ayudan en lo que pueden, porque una vez fuera de la consulta siempre hay preguntas que sin realizar, otras sin responder, miedos que regresan y miedos que aparecen para colarse en una habitación de nuestro jodido cerebro y quedarse ahí... esperando que pasen los días, los meses, las malditas y eternas noches, las pruebas, las sesiones... y que a diario en varias y diversas ocasiones abren la puerta y salen para martillearte y hacerte sentir muy poquita cosa.
Con el paso del tiempo se me han olvidado los nombres de las pruebas, pero recuerdo cada una de ellas como si las hubiese vivido yo en primera persona y no solo como acompañante. Vigilar de cerca la temperatura, correr al hospital al menor síntoma, sobrellevar el antes, durante y después de las sesiones inhumanas de quimio. La operación, la espera de los resultados. Y una vez que parece que ha acabado todo, comienza la radio. Esa gran desconocida que parece no tener efectos secundarios tan solo por el hecho de no ponerte las uñas verdes, porque no te descama la piel a jirones, ni te arranca el pelo, ni las pestañas o el vello, no te hace vomitar o tener tirotonas durante horas. En cambio te quema la piel y te deja el animo y las ganas de luchar por los suelos, ya que el cansancio es otro de sus síntomas. Pero el oncologo también te informa de los posibles daños a largo plazo y dependiendo del cáncer en cuestión. En este caso podrían surgir problemas en los pulmones o el corazón. Otro es el aumento de posibilidades de que aparezca un segundo cáncer con el paso de los años.
Ya ves... cada noticia buena llegaba después de una o dos malas, yo procuraba restarle importancia, la mayoría de las veces con algún chiste malo, sin ganas ni gracia, otras con promesas y las menos con alguna regañina que suplicaba seriedad y ganas de luchar. Odiaba las frases de animo tales como "venga, se valiente" "ya veras como al final se queda en un mal recuerdo " "tranquila, todo pasa". Pero de que coño estábamos hablando??? Por supuesto que tienen todo el derecho del mundo a tener miedo, a dejarse vencer y a querer abandonar. Obviamente no les vas a decir que lo hagan, claro que no. Pero hay que tener claro que les están haciendo daño casi a diario, que pasan por etapas durisimas, que por mucho que intenten mirar hacia delante no ven un final cercano, ni feliz.
También pasamos una época loca, de querer vivir todo en el menor tiempo posible, daba igual si eso era bueno o no para el jodido cáncer. Se trataba de una carrera para decidir quien podía mas, el miedo o las ganas. En realidad no eran contrincantes, iban de la mano, el miedo a no tener tiempo de vivir cosas a las que cualquier otra persona sana tiene la opción de decidir si quiere o no vivir. En este caso empiezas a notar las ganas de hacer lo que hasta ese momento te había importado un pimiento y decidías que ni el terror ni el tiempo te iban a impedir hacerlo, así que la inconsciencia que te da el miedo, te regala valor a capazos y te lanzas al abismo en este caso con la justificación de que sabes que no tienes cierto cuantos días quedan para lograrlo.
Desde fuera, pero muy cerquita todo eso se vive mal, con la certeza de estar equivocándote al hacer la vista gorda cuando se saltan a la torera las indicaciones de los médicos, o cuando desesperada de ejercer de psicólogo ves que no solo no sirve para ayudar, sino que tu mismo estas alcanzando un grado de locura digno de camisa de fuerza. Cuando haces de poli malo y regañas las locuras y la dejadez. En mi caso incluso la bofetada ante la histeria descontrolada y el desanimo e intento de abandono de todo tratamiento. Una mierda de experiencia que a día de hoy, muchos años después sigue produciéndome un malestar general. La viví, la acepte y luche a su lado sacando uñas y dientes para que todo tuviera un final menos doloroso, menos dramatice. Pero por bien que salga, siempre queda en una de esas pequeñas habitaciones el pánico a tener que volver a pasar esa experiencia en tu propio cuerpo o en el de alguien a quien quieres.
De todo eso aprendí algunas cosas. Cuando decides apoyar a la persona que lo sufre tienes que animar, pero respetando su dolor tanto físico como psíquico, tienes que estar cerca, pendiente, dispuesto, pero también tener tus ratos para desconectar y recuperar fuerzas y sobre todo...
VIVE, disfruta de todo lo que te hace feliz todo cuanto puedas, SONRÍE, todo lo que puedas y mas.
Dile a la gente que quieres que la QUIERES. Regala besos y ABRAZOS, no hay nada mas reconfortante que un abrazo apretado. SUEÑA y atrévete a realizar tus sueños, a intentarlo por lo menos. Se VALIENTE, jamas se escribió nada sobre los cobardes, o por lo menos nada bueno, haz las cosas que te apetezca hacer, no te quedes con las ganas de decir lo que quieras. Porque solo se vive una vez y no sabemos nuestra fecha de caducidad.
Conclusión. A disfrutar de todo y todos... aunque sea Febrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario